Sin el Reino Unido, la cumbre de Bratislava del 16 de septiembre de 2016 reunió a los jefes de Estado y de gobiernos con el fin de aportar un soplo nuevo a la dinámica europea. Respecto al aspecto exterior de las medidas económicas: los 27 se limitan a pedir el examen de los medios para "instaurar una política comercial robusta que saque partido de los mercados abiertos al tiempo que tiene en cuenta las preocupaciones de los ciudadanos". Esta formulación por parte de la primera potencia comercial del mundo puede sorprender por su falta de ambición. Ahora bien, las opiniones y ciertas autoridades públicas están divididas, incluso desconcertadas, por los acuerdos que se discuten actualmente con Canadá o los Estados Unidos. Detrás del sentimiento de impotencia ante los riesgos de la globalización, el desconocimiento de los mecanismos institucionales y las responsabilidades compartidas, refuerzan el sentimiento de acuerdos negociados "en los pasillos", incluso contra los ciudadanos, mientras que los Estados son prescriptores y responsables en última instancia. El interés de una política comercial común se enfrenta a desafíos internos que debilitan la capacidad colectiva de negociación.