Europa se enfrenta a un nuevo contexto estratégico que la interpela y en el que parece desarmada. A falta de prometer una estabilidad incierta, Europa debe garantizar a los europeos una seguridad efectiva so pena de poner en tela de juicio el proyecto de unificación continental en su propia esencia. Ahora bien, la defensa de Europa no ha progresado realmente; ha revelado sus fallos. Para asegurar la defensa de los ciudadanos, Bruselas debe aceptar, en este ámbito, cambiar provisionalmente de método y las 28 capitales deben darse cuenta de los peligros que nos rodean con el fin de poder responder con solidaridad y cooperación europeas. Si lo conseguimos, se beneficiarán la unificación europea, sus instituciones y nuestros Estados.