La creación de una Unión monetaria y económica en Europa debía abrir a todos los países oportunidades de crecimiento sin precedentes. 20 años después, cabe reconocer que la integración europea ha contribuido a aumentar el nivel de vida de los ciudadanos europeos, pero también se ha visto acompañado de desequilibrios crecientes entre los países. La crisis de la deuda reveló la necesidad de volver a introducir instrumentos de política industrial en el seno de la política económica de la Unión Europea. Frank Lirzin aboga así por la creación de Centros europeos de Innovación y de Industria (CEII), que reúna en torno a ciertas temáticas el conjunto de los instrumentos de la innovación. Situados en zonas fronterizas, acogerían a investigadores y empresas de todos los países europeos. Funcionando sobre una lógica de "cluster", estos Centros permitirían así la circulación, no sólo bienes y capitales, sino que también hombres e ideas.