Los países de Europa, con los atentados que golpearon recientemente a Francia, Bélgica, Alemania, el Reino Unido y España, se enfrentan a un cuestionamiento sin precedentes de las condiciones de su seguridad colectiva. El carácter transnacional del fenómeno terrorista pocas veces fue tan patente. Sin negar el papel central de los Estados en materia de lucha antiterrorista, es esencial reconocer la realidad de intereses comunes de seguridad que unen a los países del continente, así como la necesidad de pensar en ciertos temas "soberanos" en común con el fin de que la acción de los Estados encuentre su prolongación legítima y su plena eficacia en una Europa poderosa, que se atreverá por fin a afirmarse como un espacio de seguridad reforzada, de protección efectiva de sus ciudadanos y de soberanía.